Libros de Economía y Empresa - Fundación Caja Duero

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I.   DEBATES

5.
La Comunidad de Madrid: un futuro de oportunidades.

Rubén Garrido Yserte

Libro: Estructura Económica de Madrid.
Libro: Madrid en el concierto de las grandes ciudades.
Libro: La Comunidad de Madrid. Prospectiva 2015.
Libro: Impacto macroeconómico de la inmigración en la Comunidad de Madrid.

LA COMUNIDAD DE MADRID es, sin lugar a dudas, uno de los principales motores del crecimiento económico español y una de las regiones capitales europeas que ha tenido una dinámica de crecimiento más destacada en el último quinquenio.

Efectivamente, el producto interior bruto regional ha crecido casi un 17,5% en términos reales entre 2000 y 2005, según datos de la Contabilidad Regional, mientras que la economía española, con crecimientos claramente por encima de los europeos, lo ha hecho un 16,8%.Es decir, mientras que la economía española crecía a un promedio de un 3,1%, la Comunidad de Madrid lo hacía a un 3,3%, lo que supone que ha aumentado ligeramente su peso en el contexto español, que ronda el 16,8%.

Pero donde los avances han sido más destacables en estos últimos años ha sido, sin duda, en las variables demográficas y en el progreso experimentado por el mercado de trabajo madrileño, cuya dinámica explica los buenos resultados obtenidos a escala nacional.

La Región acoge prácticamente a seis millones de personas, lo que supone un 14% más de la población de 2000, una tasa de crecimiento que es un 46% más alta que la registrada por la economía española. Estas cifras vienen explicadas por el importante atractivo que tiene la Comunidad tanto para la población de otras regiones españolas como, especialmente, para población inmigrante. Madrid es la segunda región en importancia por número de residentes extranjeros, que suponen un 13% de la población total (más de 780.000 personas), uno de los impactos más importantes que ha experimentado la economía madrileña en los últimos años y que merece un análisis más detallado que luego abordaremos.

En el mercado de trabajo, los resultados no dejan de ser también sobresalientes. Pese al importante crecimiento de la población en edad de trabajar, el mercado de trabajo madrileño ha conseguido cifras positivas en las tres tasas clave: tasa de actividad, tasa de ocupación y tasa de paro. En la primera, la tasa de actividad es del 62,38%, cinco puntos por encima de la media española pero lejos todavía del 71% de la Unión Europea (datos 2005). Por lo que respecta a la tasa de ocupación, se han ganado casi ocho puntos en seis años, situándose la región en cifras cercanas al 58%, superior en seis puntos a la media nacional y siete puntos por debajo de los valores europeos. Finalmente, el desempleo no supera el 7%, cifra claramente inferior al 9% español y al 8% europeo. En este ámbito del mercado de trabajo, es obligado hacer referencia a las diferencias por género, que siguen siendo muy importantes, mostrando cómo las mujeres no participan en igualdad de condiciones del dinamismo del mercado de trabajo, aunque el grado de desigualdad existente en Madrid es claramente inferior al del resto de España.

La combinación entre crecimiento económico superior, pero cercano, al nacional y una dinámica poblacional y de creación de empleo claramente superior de la economía madrileña se traduce en una evolución de la renta por habitante y de la productividad no tan positivas. La Comunidad tiene un nivel de renta por habitante que es casi un 30% mayor que el promedio nacional, pero con un avance más lento en el período 2000-2006. Quizá donde los resultados puedan ser más preocupantes es en el indicador que sintetiza el potencial de crecimiento a largo plazo de una economía: la productividad.

Una de las torres de la Puerta de Europa.

En efecto, la dinámica de crecimiento de la productividad ha sido pobre, mostrando un modelo de crecimiento (tanto el español como el madrileño) muy intensivo en empleo. La productividad (medida en productividad aparente del trabajo) ha avanzado en España sólo un 1,11% entre 2000 y 2004 (datos FUNCAS). Para la Comunidad de Madrid, el avance es tan sólo del 0,57% en estos cinco años, prácticamente la mitad que el registrado a escala nacional.

Se podría argumentar que la especialización de la economía madrileña en actividades de servicios y la importancia del empleo inmigrante en los últimos años (centrado en actividades donde el valor de la productividad es reducido de acuerdo con el salario medio que perciben, como es el caso de la hostelería, el comercio o el servicio doméstico) puede explicar estos resultados. En las actividades de servicios de mercado, el empleo ha crecido entre 2000 y 2004 un 10,34%, frente a un 7,17% del crecimiento del VAB, lo que se traduce en que las actividades más importantes para la economía madrileña tienen una aportación negativa al crecimiento de la productividad de -2,8%.

Pero además, en el resto de actividades, la dinámica de crecimiento de la productividad no ha sido buena. Ni en los servicios públicos, ni en la construcción, ni en la industria, donde también se está por debajo de la media española. Todo esto ha supuesto que el diferencial con España en productividad y en renta por habitante se haya recortado sensiblemente en estos años, aunque los valores de Madrid sean todavía claramente superiores.

Todo esto permite que nos centremos en el gran reto que tiene la economía española en general, y particularmente la de la región de Madrid: el aumento de la productividad, que, parafraseando a Krugman, a largo plazo es lo más importante.

¿Cómo es posible que una de las primeras economías regionales, con importantes dotaciones de capital, capital humano, I+D+i, economías de aglomeración, alta densidad de población, etc., tenga unos resultados tan pobres en términos de productividad?

Sin lugar a dudas, los indicadores antes mencionados son el reflejo de una situación de partida, de una estructura económica de Madrid, magníficamente descrita en la obra que dirige el profesor García Delgado, que es claramente positiva, pero con una dinámica reciente que refleja más sombras que luces.

Es innegable el potencial de crecimiento de la Comunidad de Madrid en aspectos clave como el capital humano o la I+D+i, como hemos dicho antes. Las dotaciones de la región en estos elementos básicos son claramente superiores a la media nacional, pero hay dos aspectos sobre los que merece la pena realizar una breve reflexión: la dinámica de cambio en estos ámbitos y la comparación relevante, que para una región como Madrid han de ser el resto de regiones capitales europeas.

Cuando ampliamos el análisis a escala europea y tomamos como referencia los resultados del European Innovation Scoreboard, 2003 (Comisión Europea), que intenta clasificar a las regiones europeas en un ranking por capacidades para innovar a partir de un conjunto amplio de indicadores, la Comunidad de Madrid es la región líder a escala nacional, como así hacen ver los trabajos de prospectiva de Fontela, para el conjunto de la región, y de Pulido, para el caso particular de Madrid ciudad.

Por el contrario, si la comparación se realiza a escala europea, la Comunidad de Madrid se agrupa con un conjunto de regiones que comparten una serie de características comunes: tienen un PIB per cápita cercano a la media comunitaria, realizan menores esfuerzos que la media en I+D+i y en solicitud de patentes, y tienen desventajas claras en educación continua y en la proporción de ocupados en industrias manufactureras de tecnología media y media- alta.

La Comunidad de Madrid no logra superar la media comunitaria –ni española, por cierto– en niveles de aprendizaje continuo, y sólo supera ligeramente la media española, pero no la comunitaria, en ocupación en manufacturas de alta y mediaalta tecnología. En el primer caso, Madrid (con 3,75%) mantiene una posición bastante lejana respecto al País Vasco (7,33%), y Navarra (7,08%) y en el plano europeo, respecto a regiones como Londres (25,2%) y Uusima, área metropolitana de Helsinki (22,32%), que presentan las mayores tasas de aprendizaje continuo.

Este hecho es muy relevante en un entorno como el actual, donde los cambios productivos demandan una población formada, pero sobre todo con capacidad de aprender a lo largo de su vida, y capaz de adaptarse a los cambios de las cualificaciones a los que, con seguridad, tendrá que enfrentarse en el futuro.

En relación con el empleo en manufacturas de alta y media-alta tecnología, Madrid mantiene unas tasas de empleo (5,92%) que representan la mitad de lo registrado en Navarra (11,24%) y, en menor medida, en Cataluña (10,36%), y muy alejada de los líderes europeos, como la región de Stuttgart en Alemania (21,24%).

En relación con los indicadores de generación de conocimiento, hay que destacar el esfuerzo en I+D público de la Comunidad de Madrid (0,79% del PIB), que la posiciona como región líder en el territorio nacional, con niveles superiores a la media nacional e inclusivo a la media comunitaria. No obstante, la brecha con ciertas regiones europeas, que en promedio invierten cerca 2% de su PIB, es aún amplia, y su vinculación con el tejido económico madrileño es una ventaja que es necesario explotar con mayor intensidad.

Todos estos resultados muestran uno de los retos más importantes que ha de enfrentar la región en los próximos años, tal como se destaca en el trabajo del profesor Fontela: insertar a la Comunidad de Madrid en el círculo de economías europeas líderes en la economía del conocimiento y la innovación.

Vestíbulo principal del Parque Ferial IFEMA en Madrid.

Para ello, y casi como corolario de lo anterior, la Comunidad debería movilizar sus recursos humanos y materiales para hacer efectivas en resultados sus ventajas en educación superior (alta concentración de universidades), de localización de sedes centrales de empresas (poder de decisión) y de centros de investigación públicos y privados. Ello supondría mayor presencia de sectores de alta tecnología, mayor ocupación en actividades tecnológicas y que los esfuerzos de producción científica que se realizan tuviesen su reflejo en el surgimiento de innovaciones en el ámbito empresarial.

No quisiéramos terminar estas reflexiones sin destacar dos cuestiones fundamentales que afectan a la región especialmente: su particular distribución territorial y el fenómeno de la inmigración y su impacto económico.

Es evidente que la suerte de la región no sólo está ligada a la ciudad de Madrid, sino también a la dinámica de metropolización que se produce alrededor de ella, en las sucesivas coronas metropolitanas y ejes dibujados por las grandes infraestructuras radiales. Quizás uno de los principales retos de futuro sea conseguir una región con un mayor reequilibrio territorial que garantice un crecimiento más sostenido y sostenible en el tiempo.

La estructura territorial de la Comunidad de Madrid es claramente monocéntrica, ya que la importancia demográfica y económica del municipio de Madrid es claramente superior a la del resto de municipios. El municipio de Madrid supone algo más del 7,5% de la superficie y concentra el 53% de la población.

La concentración de la actividad económica también es evidente. Según los datos del informe económico de La Caixa referidos a 2005, el municipio de Madrid recoge el 65% del índice de actividad económica y el 48% del índice de actividad industrial.

No obstante, en la Comunidad de Madrid se ha observado un proceso de crecimiento por "contagio en ondas", de forma que la actividad y la población se han ido "distanciando" de este centro en nuevas concentraciones.

El desarrollo territorial sigue un patrón diferenciado por un eje Sur-Oeste, Nor- Este. A su derecha se concentra la actividad económica, si atendemos a los datos de densidad industrial ofrecidos por el Instituto de Estadística de la Comunidad de Madrid (se vería algo más matizado, con la introducción de las actividades de servicios, a favor del eje de la carretera de la Coruña). A su izquierda, el patrón de los asentamientos es más residencial, reforzado este esquema por la importancia de la segunda residencia en estos municipios.

Desde el punto de vista estrictamente productivo, una de las características más sobresalientes del desarrollo –básicamente industrial– en la Comunidad ha sido la gran importancia que han tenido en el pasado las infraestructuras de transporte, que han consolidado un modelo de desarrollo territorial vinculado a dos ejes fundamentales: Corredor del Henares y Sur, de acuerdo con dos carreteras radiales (nacionales II y IV), y que, especialmente en el Sur, se consolida con las vías de circunvalación posteriores, convirtiendo a lo que inicialmente fueron ciudades dormitorio en centros industriales de primer orden en la región (Fuenlabrada, Parla, Alcorcón...).

La coincidencia de estos dos fenómenos, el modelo mencionado anteriormente –el del contagio por ondas– y la existencia de estos ejes, provocaría una suerte de disposición en forma de "estrella asimétrica", más densa en los dos corredores más importantes (Corredor del Henares y Zona Sur), que trascienden las fronteras de la Comunidad. El Corredor del Henares se desarrolla, a lo largo de la carretera nacional II, desde Madrid hasta Guadalajara. A su vez, el Corredor Sur lo hace hasta Toledo.

Éste es un fenómeno lógico desde el punto de vista económico que muestra el "efecto difusor" del crecimiento como respuesta a problemas de congestión, de precios de suelo y de disponibilidad, junto con mayores posibilidades en las provincias limítrofes, pero indica que no es posible un crecimiento de largo plazo sin un plan de ordenación o reequilibrio que conjugue las necesidades de movilidad –crecimientos en un esquema como este–, la especialización en actividades logísticas, los consumidores de infraestructura viaria y el equilibrio a largo plazo, en términos de congestión o contaminación, que podrían configurarse como un freno al crecimiento en el futuro.

Centro AZCA.

Por otra parte, es claro que la suerte de la región depende de la ciudad de Madrid. Y Madrid está experimentando cambios muy positivos en el concierto de las grandes ciudades europeas. Como muestra el profesor Pulido, Madrid está consolidando posiciones como referente en sectores tan importantes como el de ferias y congresos internacionales, sedes sociales de grandes grupos multinacionales, mejora de la accesibilidad europea y mundial, especialmente hacia el ámbito latinoamericano, consolidándose como una importante plaza financiera.

Así, Madrid participaría de gran parte de los critical drivers que determinan el futuro de las grandes ciudades, aunque ha de enfrentarse a retos derivados de la conectividad interna (movilidad dentro de la ciudad y con su entorno) y de la mejora de la calidad de vida, del acceso a la vivienda y del medio ambiente, y conseguir una mayor diversidad económica.

No quisiéramos terminar esta breve reflexión sobre la Comunidad de Madrid sin destacar uno de los retos más importantes a los que ha de enfrentarse la región en el futuro próximo: la inmigración.

Ya hemos puesto sobre la mesa la importancia cuantitativa del fenómeno, su dimensión. Pero quizá merezca la pena destacar, a grandes rasgos, algunos resultados en los que profundiza el estudio dirigido por el profesor Vicens. En primer lugar, no se puede entender el crecimiento de la región y su dinámica en el mercado laboral sin la contribución muy positiva de los inmigrantes: han contribuido directamente a un rejuvenecimiento de la pirámide de población de Madrid, a un aumento de la tasa de actividad y ocupación, y se estima que la masa salarial de los inmigrantes ha supuesto un 0,85% del PIB de la región en 2005. El peso del valor añadido global imputable a la incorporación de los inmigrantes (por remuneración de asalariados, excedentes empresariales e impuestos sobre la producción) representa más de un 9% del producto interior bruto.

Pero, además, su impacto indirecto en otras esferas más difíciles de medir no puede despreciarse: han contribuido al crecimiento de sectores clave como la construcción y han facilitado la incorporación de activos al mercado de trabajo en la medida en que desarrollan trabajo doméstico o cuidado de personas dependientes. Otros aspectos merecerían estudios más profundos; así su impacto fiscal y cuáles son los retos que ha de enfrentar la Administración regional para atender a un volumen de población nueva y, muchas veces, con necesidades especiales en terrenos como la educación y la sanidad, con la restricción de no reducir la calidad de los servicios públicos prestados.

Por otra parte, está el reto de una mayor integración de determinados colectivos y de una incorporación de mayor capital humano, de tal manera que puedan observarse impactos positivos en la productividad a largo plazo. Finalmente, sería necesaria una mayor diversificación de las actividades en las que se emplean, muy sensibles al ciclo, de tal manera que los costes de una fase de desaceleración no estén excesivamente concentrados en una población que posee ante las crisis económicas redes de seguridad más débiles a priori.

Esta reseña ha pretendido ser una respuesta al futuro. No es un balance de logros de la Comunidad de Madrid (que los tiene y muchos), sino de oportunidades. Decía Victor Hugo que el futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad.Y la Comunidad de Madrid ha de estar entre las regiones de este último grupo.