II. RESEÑAS
10.
La perfidia de los bancos
Nieves San Emeterio Martín

NO CREO equivocarme al decir que
lo habitual para los economistas españoles
en particular, y por extensión para los hispanoparlantes,
es encontrar libros que inicialmente
fueron publicados en inglés y
que tras su éxito se tradujeron al castellano.
Libros que se han convertido en clásicos
y pasaron a los anales del mundo académico
como suelen hacerlo las obras de arte,
con la yuxtaposición de un artículo y el
nombre propio.Y así "el Varian", "el Samuelson",
"el Schumpeter", entre otros muchos,
son obras hoy muy reconocidas por sus
traducciones a nuestra lengua. La novedad
del libro que aquí se reseña radica en la dirección
opuesta que ha experimentado su
difusión. Money, Bank Credit, and Economic
Cycles es la traducción al inglés de un libro
inicialmente escrito en castellano, Dinero,
crédito bancario y ciclos económicos, que desde
su publicación en 1998 ya cuenta con
tres ediciones en español. Por sí mismo este
hecho, por anómalo, bien puede incitar
la curiosidad de sus potenciales lectores.
La primera advertencia a la lectura de
este libro, además de lo obvio de su tamaño
(876 páginas), es que se trata de un libro
de economía austriaca en su forma y
contenido. Aquellos acostumbrados al
desarrollo gráfico y matemático en el análisis
económico pronto se percatarán de
que este libro apenas utiliza este tipo de
instrumental. Pero no es sólo la forma lo
que le adscribe de lleno a esta corriente de
pensamiento económico, es el contenido y
el claro mensaje que desprende desde su
primera a su última hoja lo que más identifica
esta obra a la de autores como Ludwig
von Mises y Friedrich A. Hayek, representantes
de esta tradición en el pasado siglo
XX. Estos dos autores, como aquí hace
Huerta de Soto, estudiaron cómo la expansión
de crédito bancario perturbaba el
sistema de precios entre los bienes de consumo
e inversión de tal modo que los mercados
emitían señales erróneas a los agentes
económicos. Éstos acababan equivocándose
en sus inversiones y, una vez que
el efecto inicial del aumento de liquidez
se desvanecía, los errores de cálculo provocaban
quiebras y, en última instancia,
daban lugar a una crisis económica generalizada.
Esta explicación del ciclo de los
negocios originado por causas monetarias
ya era parte fundamental del pensamiento
austriaco en la primera mitad de siglo
XX, cuando Mises y Hayek lo desarrollaron.
Entonces estas ideas tuvieron que luchar
a brazo partido con el keynesianismo
triunfante. Como señalaba Schumpeter
respecto al libro de Hayek Precios y producción,
su mérito radicaba en que "nadaba
políticamente contra corriente" (Schumpeter,
1994: 1215). Ahora Huerta de Soto
recupera esta tradición con la esperanza
de que en los albores del siglo XXI estas
ideas gocen de mayor suerte una vez eclipsado
el keynesianismo.
Si bien es cierto que Huerta de Soto
recoge fielmente en este libro esa tradición
de pensamiento, su énfasis no está
puesto en las consecuencias de la creación
del crédito bancario sino en su origen: el
sistema de reserva fraccionaria. Éste, y no
otro, es el tema central de reflexión de este
libro y sobre él articula el desarrollo de
todos los capítulos. Para Huerta de Soto,
el sistema de reserva fraccionaria, que posibilita
que los bancos creen dinero a partir
de la concesión de créditos sobre los
depósitos de sus clientes, constituye el virus
que infecta al sistema económico y
que, a la postre, provoca crisis recurrentes.
En la defensa de esta tesis comienza
con una serie de argumentos en los que
señala cómo el contrato de "depósito irregular",
la norma jurídica que distingue la
práctica de depositar dinero en los bancos
para su custodia, obliga jurídicamente a
mantener un equivalente siempre a disposición
de los depositantes: "el tantendum".
La violación de este precepto, ya
conocido por el derecho romano, ha formado
parte del negocio habitual de los
bancos a lo largo de la historia, tal como
Huerta de Soto nos muestra prolijamente
en el capítulo segundo. El capítulo tercero
rastrea los intentos de justificación jurídica
del sistema de reserva fraccionaria,
que clasifica en dos grupos: aquellos que
se fundamentan en la imposibilidad de
distinguir el contrato de depósito irregular
del contrato de préstamos, en el que el
cliente transfiere la propiedad de su dinero
para que el banco lo preste a terceros,
y aquellas teorías que simplemente redefinen
el concepto de disponibilidad del
dinero depositado a la vista.

Después de una primera parte jurídicohistórica,
los capítulos siguientes –el cuarto,
quinto, sexto y séptimo– están dedicados a
los argumentos económicos. Es aquí cuando
describe el proceso de creación de dinero
por los bancos y despliega la teoría del
ciclo económico al modo austriaco. Huerta
de Soto también dedica abundantes páginas
a rebatir las tesis keynesianas y monetaristas.
Mención aparte merece el capítulo
octavo, donde se recoge la larga discusión
entre banca central y banca libre. Resulta
extremadamente interesante el debate, del
que se hace eco Huerta de Soto, relacionado
con la posible viabilidad de una banca
libre con reserva fraccionaria, una discusión
que, como señala Guido Hülsmann
(2000), ha abierto un cisma en el seno
mismo de los economistas austriacos. Por
último concluye con su propuesta de reforma
del sistema bancario, una propuesta
que no sorprende al lector que haya seguido
el desarrollo anterior del libro, pero
que sin duda provocará gran extrañeza si
se saca de contexto. Esta propuesta se articula
en tres puntos: el establecimiento
de la libertad de elección de moneda; aquí
plantea la privatización de la moneda y
que el mercado sustituya a la intervención
de Estado en materia monetaria, también
cree que la vuelta al patrón-oro sería necesaria
al menos temporalmente. En segundo
lugar, propugna la total libertad
bancaria y, por último, y como no podía
ser de otro modo, la adopción por los bancos
de un coeficiente de caja del 100% de
sus depósitos. Huerta de Soto, consciente
del carácter casi revolucionario de su propuesta,
termina su libro contestando a las
posibles objeciones a su plan e indica la
estrategia que habría que seguir para llevar
a cabo la transición hacia su modelo.

Como se ve en esta pequeña síntesis,
Huerta de Soto hace un gran despliegue
–jurídico, histórico y económico– para justificar
su propuesta. Sin embargo, desde la
primera página, el lector podría anticipar
el contenido exacto de las conclusiones.
Es tal la convicción con que mantiene el
autor su tesis que en algunos momentos
la justificación excesivamente monocausal
de todos los males que asolan al sistema
económico, junto a su vehemencia, puede
restar algo de credibilidad a sus argumentos.
Esta estricta fidelidad al dogma miseano,
que para un economista austriaco puede
ser virtud, tal vez genere cierta prevención
al economista que sólo busca una explicación
plausible de cómo funciona el
mundo, y no tanto de cómo debiera funcionar.
Resultaría del todo lamentable que
así sucediera, porque entonces la profesión
perdería esa enorme cantidad de lecturas
que Huerta de Soto ha sabido articular
coherentemente, amén de una de las
construcciones sobre el ciclo económico
más atrayentes teóricamente. Más allá de
viabilidad o no de sus propuestas, y aunque
sólo sea porque es un estudio extraordinariamente
bien documentado que se enfrenta
abiertamente a posturas divergentes, el
libro que aquí se reseña merece ocupar un
puesto destacado en las librerías de todo
aquel que esté interesado por el fascinante
mundo monetario.